La Ciudad de las Damas

Los albores del feminismo

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Resumen

Christine de Pizan se encuentra estudiando en su casa como tantas otras noches cuando cae en sus manos el Libro de las lamentaciones de Mateolo. A pesar de que en un principio Christine está completamente segura de que todos los argumentos misóginos de ese libro no son más que memeces, tras recordar a otros escritores y filósofos que usan argumentos similares, comienza a plantearse si no es ella la equivocada en su percepción de las mujeres, al ser ella una, y cae en desesperación. Ante esto Razón, Derechura y Justicia se presentan delante de Christine para hacerle ver que no es ella la equivocada, y ayudarla a construir una ciudad donde cualquier mujer que se encuentre con el mismo desespero que Christine pueda refugiarse. Comienza así una larga conversación entre Christine y estas tres damas, en la que rebaten y explican todas las ideas misóginas de la época.

Introducción al libro e influencias

En primer lugar, tengo que mencionar que este libro fue escrito entre finales de 1404 y principios de 1405. A pesar de tener más de 500 años, aún toca temas que son de actualidad y con perspectivas muy progresistas, incluso para la sociedad de hoy día. Sin embargo, no podemos olvidarnos del año en que fue escrito, pues hay otras cosas que, aunque a día de hoy nos parezcan retrógradas, en aquella época fueron una ruptura total con las ideas que se tenían.

El título del libro es una clara referencia al libro escrito por San Agustín “La Ciudad de Dios”, e incluso la idea del mismo está claramente influida por el libro de San Agustín, pues él hace una apología del cristianismo enfrentando una urbe cristiana contra una pagana, usando esa confrontación para explicar puntos teológicos de diversa índole. Sin embargo, la obra de Christine también bebe de los exemplum, obras que comienzan a hacerse populares uno o dos siglos antes que tenían un objetivo moralizante. Vemos entonces como el libro de la Ciudad de las Damas bebe de cientos de años de pensamiento teológico para desmentir las ideas misóginas propagadas por la Iglesia. Christine usa a la mayor autoridad teológica, uno de los cuatro doctores de la Iglesia, para precisamente desmontar los argumentos de obispos o curas, e incluso los del mismo doctor. Es simplemente brillante.

Lo primero que me llamó la atención cuando comencé a leerme el libro fue que casi todas las mujeres que aparecían eran figuras históricas de la Edad Antigua, tanto tardía como temprana y tanto cristiana como pagana. Yo esperaba una colección de mujeres contemporáneas a Christine, descubrir un montón de mujeres desconocidas del Renacimiento. (Bien es cierto que al final del libro Christine dice que no sólo hay extranjeras que merezcan entrar en la ciudad, y menciona a mujeres contemporáneas que están a la misma altura que las que ha mencionado previamente, pero esto no conforma la mayor parte del libro). ¿Por qué, habiendo mujeres contemporáneas que estaban a la altura y que servían igual como ejemplo para desmentir los estereotipos machistas Christine decide recurrir a mujeres tan lejanas en el tiempo? A pesar de que al principio me chocara, entiendo que la repercusión de este libro hubiera sido mucho menor si no hubiera sido así.

Para empezar, demostrar ese conocimiento de la historia, de la mitología griega, romana, de las historias bíblicas… da autoridad a las palabras de Christine. No es una mujer hablando de que sus conocidas son buenas personas, es una erudita presentando decenas de ejemplos de que las ideas establecidas no se soportaban de ninguna manera.

Además, muchas veces obispos y teólogos usaban ejemplos mitológicos o bíblicos para construir argumentos machistas, como puede ser la historia de Judith o de la Gorgona de las que hablaremos un poco más adelante. Recurrir, entonces, a estas fuentes es lo lógico, pues igual que cuando decide hacer un símil con la obra de San Agustín, Christine de nuevo es capaz de coger las mismas armas que están usándose en contra de las mujeres y desarmarlos completamente.

También hay que tener en cuenta que estamos en el Renacimiento, con lo cual todo lo relacionado con Roma y sus leyendas está teniendo un auge importante. Recurriendo además a mujeres lejanas en el tiempo, Christine está usando figuras cuyo valor está reconocido a lo largo de la historia (ya hablemos de buenas gobernantes, guerreras o eruditas), evitando así que haya ningún tipo de conflicto de intereses con los ejemplos que usa para desmentir sus argumentos. Además, también muestra así que las mujeres llevan sometidas a las mismas presiones desde tiempos inmemoriales y que no es cuestión de su religión, de su actitud…

Por último, Christine es capaz de dar la vuelta a ciertas leyendas que apoyan la idea de la maldad de las mujeres, reinterpretar las historias para dar así también a ver que la interpretación misógina de las mismas no es la única que cabe. El valor de Christine como historiadora interpretando, analizando y reinterpretando mitos e historias es incalculable, y de nuevo lo pone todo a la defensa de sus ideales, creando un libro que más de 500 años después y después de varios cambios de paradigmas sigue teniendo valor.

Algunos temas tratados

No voy a profundizar en todos los temas que trata Christine en el libro, solo en los que me parecen más relevantes del mismo, aunque sí que los voy a mencionar brevemente sólo para poder hacernos una idea de todo lo que podemos encontrar en el libro.

El libro está dividido en tres partes, las tres conversaciones con Razón, Derechura y Justicia. Christine personifica a la razón en una mujer como una alegoría inicial para romper la idea de que las mujeres son seres puramente emocionales que no son capaces de pensar con lógica, de usar la razón. Esto, ya nos indica que va a ser ella la responsable de poner los cimientos de la ciudad, es decir de romper las ideas iniciales que se tienen sobre las mujeres, sobre su inferioridad con respecto a los hombres. En la conversación con Razón, hablan de por qué los hombres tienen ese empeño en difamar a las mujeres como colectivo, comentando ciertas obras escritas que hablan expresamente de las mujeres, de la malicia de las mismas o incluso del mal funcionamiento del cuerpo femenino. En esta parte, Razón hace énfasis en que el empeño de los hombres en mantener alejadas a las mujeres de estas obras es un ejemplo de que sus argumentos no se sostienen, pues cualquiera que las lea y conozca el cuerpo o la mente femenina se daría cuenta de lo absurdo de las mismas.

Además, en esta primera parte Christine pone bajo mira la concepción de las habilidades que se consideran ajenas a las mujeres como la inteligencia, la valentía, la fuerza, la capacidad de liderazgo, la capacidad de inventar… Y llena el libro de ejemplos de mujeres que rebosan cada una de estas características. De nuevo, aquí me llamó la atención que los ejemplos de grandes gobernantes que pone son, en su mayoría, de civilizaciones del Oriente Próximo y de reinas francas merovingias. Quizás sea porque las civilizaciones preislámicas de esa zona eran matriarcales. Los francos merovingios no se organizaban en una sociedad matriarcal, sin embargo, al carecer de un cuerpo legislativo muy desarrollado, era común que la influencia personal tuviera más poder que el que otorgaba un título. Esto dejó un resquicio de poder al alcance de mujeres inteligentes y ambiciosas que habían nacido en la familia correcta; podemos ver ejemplos de esto en la importancia de la figura de la reina madre, que era una figura respetada y que llegó a dictar la política en tiempos de incertidumbre y de reyes débiles.

Hay una de las discusiones con Razón que me encantó y me parece muy significativa del tono del libro. Christine le dice a Razón que si tiene algún tipo de sentido el dicho que hay de que “las mujeres solo sirven para hablar, llorar y tejer”. Contra todo pronóstico, la respuesta de Razón es que ese dicho es completamente cierto, pero también expone que esas no son cualidades de las que avergonzarse, sino al contrario. Razón expone varios ejemplos (en este caso sí que son casi todos bíblicos) en los que una mujer por hablar o por su llanto ha conseguido el favor y los halagos de Jesucristo (como la buena Samaritana, Magdalena, las hermanas de Lázaro…) por encima de los hombres. Christine elige de esta manera ensalzar las características femeninas en lugar de rechazarlas.

La segunda parte el libro es una conversación con Derechura. Al contrario que Razón, Derechura es una figura retórica creada por Christine (Droiture en francés). Christine podría haber usado la rectitud en su lugar, pero rectitud tiene también un significado asociado a la rigidez religiosa, cosa que Christine quería evitar. Derechura hace referencia tanto a las líneas rectas de los edificios que conforman la ciudad construida en esta analogía como a la rectitud judicial, al acierto y la constancia. En la conversación con Derechura tratan las cualidades de las mujeres que serán admitidas en la ciudad: el amor filial, maternal y conyugal, la constancia, la castidad y la fidelidad entre otras. Hace también una defensa de la figura del matrimonio, y es en este momento cuando dice que ella tuvo un matrimonio lleno de amor y de respeto, aunque es consciente de que es una afortunada por ello. De nuevo, haciendo esta defensa del matrimonio y de esas cualidades, Christine vuelve a elegir ensalzar las cualidades femeninas. A pesar de que siempre pone ejemplos de mujeres (y hombres cuando es el caso) que se salen de los estereotipos, Christine decide reconocer a las mujeres como un colectivo que tiene cualidades comunes y diferenciadoras de los hombres y elige hacer una apología de esas cualidades. Tenemos que pensar que, si aún hoy día los hombres no lloran, en 1405 plantear que las cualidades asociadas a las mujeres eran un constructo social se salía completamente de todos los esquemas.

Además, en esta parte Christine habla de temas como los malos tratos y la violación. Al defender la figura del matrimonio, Christine habla de las mujeres que tienen que sufrir violencia a diario por parte de sus maridos, y aunque nos parezca una locura, elogia a las mujeres que a pesar de ello continúan ejerciendo su papel de mujer y madre dentro de la unidad familiar, dejando de un lado las penas y dejando que sea su amor maternal, conyugal y su piedad las que tome las riendas de su vida. Aunque a día de hoy esto nos parezca una locura (no hace falta decir que si alguien se encuentra en esta situación lo mejor es pedir ayuda y salir de ese ambiente lo más rápido posible), de nuevo esto es una ruptura con todas las ideas que se tenían hasta el momento. En primer lugar, Christine da voz a esa realidad, y además de nuevo presenta que las mujeres, a pesar de vivir esa situación tan horrible, son lo suficientemente constantes y tienen tanto amor que eligen preservar el matrimonio, que no es menos que una de las figuras religiosas más sagradas.

Respecto a la violación, las ideas que se presentan podrían formar parte de un libro actual. En primer lugar, desmitifica la idea de que a las mujeres les gusta ser violadas, poniendo ejemplos de mujeres que acabaron con su vida después de ser violadas. Un ejemplo destacable en esto es el de la violación de Lucrecia que generó la caída de la monarquía romana y el comienzo de la República. Este ejemplo también le sirve a Christine para poner de manifiesto que las vestimentas o la actitud misma no tienen nada que ver con las violaciones, pues en el momento en que Tarquinio conoce a Lucrecia, ésta se hallaba tejiendo junto con sus esclavas, vestida de manera recatada y sin siquiera percatarse de la presencia de Tarquinio. Esto último no está sólo dirigido a los hombres, si no también a las mujeres que creen que si mantienen la actitud que se dice adecuada van a estar exentas de vejaciones por parte de los hombres.

Respecto a la forma de vestir de las mujeres, Christine dice que no se debe juzgar a una mujer por desear sentirse bella, y pone como ejemplo al apóstol Bartolomeo, que gustaba de ir vestido de seda, pues él simplemente estaba acostumbrado a ello, sin que eso anulara todo lo que hizo siguiendo la palabra de Jesucristo. Este punto en particular me parece extremadamente interesante y aplicable a la sociedad actual, donde los «carnets de feminista» se reparten o se retiran teniendo en cuenta cuestiones como si una mujer se depila o se maquilla.

Antes de pasar a la tercera parte del libro tengo que hablar de las reinterpretaciones de historias bíblicas o mitológicas que hace Christine. Aunque no son las únicas, voy a mencionar las dos que me parecieron más brillantes: La historia de Judit y la de la Gorgona, ambas figuras que se usaban para recalcar la maldad de las mujeres y el peligro que suponían las mujeres bellas.

Así, la leyenda dice que con el objetivo de parar el asedio a Betulia, su ciudad, Judit, una mujer judía de extrema belleza, consigue seducir a Holofernes (líder del ejército que asediaba la ciudad) y emborracharlo, cortándole la cabeza en cuanto éste está incapacitado por la bebida. No hace falta explicar cómo este hecho se usaba para advertir a los hombres de los peligros de las mujeres bellas. Sin embargo, Christine se concentra en la valentía de Judit al arriesgarse a ir al campamento enemigo y seducir a Holofernes y en la astucia de la misma. Además, recalca como Dios estaba de parte de Judit, pues su plan surtió efecto, salvando así al pueblo elegido de ser masacrado durante el asedio. Así, Christine presenta a Judit como una heroína del pueblo judío, y no como una perversa mujer seductora. Respecto a la Gorgona, figura que se usaba para poner alerta a los hombres contra las armas de seducción de las mujeres, Christine explica que el origen de esa leyenda es una mujer con una mirada tan profunda que dejaba sin aliento a quien la miraba, lo que debido a la envidia degeneró en la leyenda de que convertía de piedra a la gente.

En la tercera parte del libro, Justicia enseña a Christine quienes van a ser la gobernante y las moradoras de las más altas torres de la Ciudad, que no son otras que la Virgen María y todas las Santas. No es de extrañar que sea Justicia la encargada de hablar de esto, pues la justicia era un término profundamente ligado a la religión. Terminando el libro así, Christine manda un último mensaje a la Iglesia, pues les expone figuras a las que la misma Iglesia trata con devoción.

Por último,me parece muy interesante mencionar que durante todo el libro, Christine hace monólogos en los que exige a los hombres ingratos que se callen y dejen de difamar a las mujeres donde se puede ver el hastío y la desazón de Christina.:

“[…] ¡Que callen ya! ¡Que se callen para siempre esos clérigos que hablan mal de las mujeres, esos autores que las desprecian en sus libros y tratados, y que se mueran de vergüenza todos sus aliados y cómplices por lo que se han atrevido a decir, al ver como la verdad contradice lo que sostienen! […]”

En estos monólogos siempre se mencionan a los clérigos u obispos, dando a ver que para Christina son figuras que representan la cabeza de la opresión hacia las mujeres.

Para terminar

Para terminar este blog, quisiera dejar aquí partes del último monólogo que hace Christine al final del libro:

“Honorables damas, alabado sea Dios porque queda terminada la construcción de nuestra Ciudad que os acogerá a todas. Vosotras que os preciáis de virtud, dignidad y fama, seréis bien acogida en una Ciudad levantada y edificada para todas las mujeres de mérito, las de ayer, hoy y mañana.
Queridas hermanas, es natural que el corazón se alegre cuando ha rechazado la agresión venciendo a sus enemigos. De ahora en adelante, queridas amigas tendréis motivos de alegría al contemplar la perfección de esta Ciudad nueva, que si la cuidáis, será para todas vosotras, mujeres de calidad, no sólo un refugio sino un baluarte para defenderos de los ataques de vuestros enemigos. Como veis, ha sido construida con virtudes, materiales tan brillantes que podéis veros reflejadas en sus resplandecientes edificios, sobre todo en sus santos techos y doradas cúpulas -es decir, la última parte del libro, pero no hay que despreciar las otras partes. […]”

Quiero acabar el post dando gracias a Christine de Pizan por lo que comenzó, que aún hoy sigue sin estar terminado, y a Víctor por todas las conversaciones que poco a poco ayudan a que mi pequeña ciudad se vaya haciendo una realidad.

La rosa que creció sobre los cardos

O de cómo una mujer pudo cambiar el rumbo de la sociedad

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En este post voy a hablar de la figura de Christine de Pizan, considerada precursora del feminismo. No voy a analizar, sin embargo, su obra, a pesar del interés de la misma, pues la idea con este post es solo introducir a esta gran mujer, así como asentar las bases para que las futuras inmersiones en sus escritos sean más entendibles y accesibles.

¿Quién era Christine de Pizan?

Nacida en Venecia en 1364, Christine y su familia se mudaron a París cuando ella tenía solo 3 años, pues su padre Thomas de Pizzano había sido contratado como médico, consejero y astrólogo en la corte de Carlos V, lo que permitió a Christine el acceso a la biblioteca de la corte, así como tener contacto con algunos de los humanistas más destacados de la época. Su padre se encargó personalmente de darle una educación tanto en ciencias como en letras, aunque no pudo llegar tan a fondo como él mismo hubiera deseado, debido a la oposición de la madre de Christine a que recibiera una educación alejada de la propia de las mujeres. A los 15 años se casó y tuvo un matrimonio que ella misma describe en su obra como muy feliz. Sin embargo, no duró mucho, pues 10 años después enviudó. La muerte de su marido y de su padre dejó a Christine siendo el único sustento de su familia (su madre, sus 3 hijos y una sobrina), hecho que marcó su vida, pues tuvo que enfrentarse con el rechazo social al intentar ganar un sustento como escritora. Sin embargo, consiguió convertirse en la primera escritora profesional de la que se tiene constancia, llegando a ser el primer cronista (hombre o mujer) de la corte de Carlos VI, rey de Francia, lo que finalmente le consiguió el respeto de la comunidad de escritores.

Su participación en la Querella de las mujeres

Hacia 1401 tuvo lugar el primer debate literario de Francia, que trató sobre el Roman de la Rose y duró 2 años. En este debate participaron los personajes más prestigiosos de Francia, entre ellos Christine. A pesar de que en un principio el debate trataba sobre los méritos del escritor del Roman de la Rose, finalmente se centró en debatir los estereotipos misóginos que había en él y sobre la dignidad del colectivo de las mujeres. Uno de los puntos de inflexión en la historia de las mujeres fue que Christine decidió hacer copia de todos los argumentos que se estaban dando y enviarlos a, entre otras personas, Isabeau de Baviera y al obispo de París, provocando con ese gesto que tanto el poder político como eclesiástico fijaran su mirada en el tema de la dignidad de las mujeres por primera vez en la historia. Puede parecer un gesto que caería en saco roto, pero nada más lejos de la realidad: Por primera vez en la historia, lo que parecía un debate particular, una conversación más entre intelectuales, pasó a ser un tema público, conocido como la Querella de la Rosa. La dignidad de las mujeres fue puesta en el punto de mira de la sociedad ( la alta sociedad), y se planteó que un debate sobre estereotipos literarios iba mucho más lejos que eso y trataba sobre un colectivo oprimido y que, como bien Christina señala repetidas veces, ni siquiera tiene la capacidad de defenderse públicamente, pues el acceso a las letras estaba completamente vetado a las mujeres. Christine es la primera que habla desde una perspectiva de género, de que las mujeres se enfrentaban día a día a la hostilidad de los hombres en casi todos los ámbitos, y, además, lo hace apelando a su autoridad como mujer en un mundo dominado por hombres:


Y que no se me reproche como locura, arrogancia o presunción el haberme atrevido, yo, una mujer a reprehender y criticar a un autor tan sutil y a regatear elogios a su obra, cuando él, un hombre sólo, se atrevió a difamar y censurar a todo el sexo femenino sin excepción.

Aunque obviamente había intelectuales (hombres) que defendían que las mujeres no eran un colectivo maligno antes de que Christine apareciera, nunca se planteó que fuera una idea que debiera interesar a nivel social, político y muchísimo menos religioso. Fue Christine quién dio ese primer paso, y además defendió su causa con tal elocuencia, vehemencia e inteligencia que generó un debate que duró más de dos siglos alrededor de la figura de las mujeres, la Querella de las mujeres, en el que ella misma participó y aportó una obra clave al mismo, la Ciudad de las Damas. En este debate, intelectuales de todo el mundo enfrentaron opiniones a favor y en contra del status social que tenían las mujeres así como de su capacidad intelectual. Aunque no sólo se habló de ellas, si no también de los hombres, y de temas tan diversos como puede ser el matrimonio, el adulterio, la castidad, el trabajo, la sexualidad y el celibato, la violencia, las leyes… llegando hasta a tratar temas teológicos, como Dios, el cielo y el infierno. El legado de Christine de Pizan constituye la primera piedra en el edificio del feminismo, pues la mayoría de intelectuales que comenzaron a hablar de feminismo habían bebido de las ideas que se expusieron en la Querella.