In this post I am going to speak
about Christine de Pizan, who was considered one of the precursors of feminism.
I am not going to analyse her work, though, in spite of the interest of it, as
the idea of this post is just to introduce this great woman so future
immersions in her work can be more accessible and comprehensible.
Who was Christine de Pizan?
She was born in Venice in 1364. Christine and her family moved to Paris when she was only three, as her father, Tomas de Pizzano, was hired as Charles the V’s court physician, counsellor and astronomer. This allowed Christine to have access to the court library, as well as having contact with some of the most prominent humanists of that time. Her father gave Christine an education in science and humanities personally, although he could not go as deep as he wanted because Christine´s mother was completely opposed to her having a “boyish” education. She got married when she was 15, and she herself described her marriage as happy. Nevertheless, it did not last for long, as ten years later she became a widow. Her husband’s death followed by her father’s made Christine the only provider of the family (her mother, her three children and a niece). This fact changed her life, as she had to face social rejection when she was trying to make a living as a writer. In spite of all the difficulties, she became the first professional known female writer, becoming the first chronicler of the court of Charles the VI, king of France, which finally made her gain the respect of the writers community.
Her participation in “The woman
question”
Around 1401 the first French literary debate took place, discussing about the poem “Roman de la Rose” and lasting for two years. The most prestigious people of France took part on this debate, and among all them, Christine. Even though in the beginning the debate was about the merits of the writer of the poem, in the end the debate turned into arguing about its misogynist stereotypes and the dignity of the women. A turning point in the history of women was when Christine decided to copy all the arguments of the debate and send them to Isabeau de Baviera and the bishop of Paris, among other people. This act made the political and religious power get involved in the subject of the dignity of the women for the first time in history. It may look like this was not a big thing, but nothing could be further than the truth: For the first time in forever, what looked like another conversation among intellectuals, became a public subject, known as “The rose question”. The dignity of women was in the spotlight, and it was set out that a debate about literary stereotypes was not about just literature but about an oppressed collective which, as Christine remarked several times, did not even have the possibility to publicly defend itself, as the access to humanities was completely forbidden to women. Christine was the first person to speak from a gender perspective, saying that women face in a daily basis the hostility of men almost everywhere, and, very importantly, she did so by referring at her authority as a woman in a world controlled by men.
Qu’il ne me soit imputé comme folie, arrogance ou présomption d’oser, moi, femme, reprendre et contredire un auteur si sutil, quand lui, seul homme, osa entreprendre de diffamer et blâmer sans exception tout un sexe!
“ And do not reproach as madness, arrogance or presumptuousness my dare, me, as a woman, to criticise such a subtle author when he, a single man, dared to badmouth and condemn the whole female sex with no exception.”
Although there were obviously some intellectual figures (males) defending that women were not a malicious collective before the appearance of Christine, nobody ever thought it was an idea that could be interesting in a social, political or, even less, religious level. It was Christine who took that first step, and she defended her arguments in such an eloquent, vehement and intelligent way that generated a debate about the women figure which lasted for two hundred years, known as The woman question. She herself took part on it, and brought one key book: The city of the Ladies. In this debate, intellectuals around all the world were arguing about the social status assigned to women and about their intellectual capacity. Nevertheless, they did not only spoke about women, but also about men, and some subjects as diverse as the marriage, adultery, chastity, work, sexuality and celibacy, violence, laws… They even treated some theological issues, such as God or Heaven and Hell. Christine´s legacy forms the first rock in the building of feminism, as most of the intellectuals that talked about it in the first place drank from Christine´s work and the ideas exposed in The women question.
Virginia Woolf, (Stephen de nacimiento), nació en Londres el 25 de enero de 1882. Sus padres, un conocido escritor y montañero y una famosa modelo, se codeaban con la élite londinense, lo que propició que Virginia llegara a conocer de primera mano a muchos de los más afamados representantes de la literatura victoriana, a los que ella consideraba gente estrecha de miras. Al contrario que a sus dos hermanos varones, no le permitieron estudiar en Cambridge, aunque sí le dieron una educación privada. Virginia fue una persona con una salud mental frágil: sus primeras crisis nerviosas las tuvo después de la muerte de su madre, cuando ella tenía 13 años y la muerte de su madrastra y su hermanastra unos años después junto con los abusos sexuales cometidos por sus dos hermanastros no ayudaron a que sus crisis nerviosas mejoraran . Tras la muerte de su padre, la familia Stephen se mudó a Bloomsbury, donde formaron el conocido grupo artístico y literario homónimo. En 1912 se casó con Leonard Woolf, y decidieron comprar una mini imprenta casera y, en 1917, formaron la conocida Hogarth Press. Esta prensa publicó una gran parte de su trabajo, y también gracias a ella se puso en contacto con obras de autores que aún no habían sido traducidos al inglés, siendo ellos los encargados de hacer ese trabajo. La precariedad de su salud mental fue una constante en su vida, y provocó que en 1940 su marido y ella se mudaran a Sussex, con el objetivo de alejar a Virginia del ajetreo de la vida en Londres para que su salud mental mejorara. Sin embargo, en 1941 se suicidó, ahogándose en el rio Ouse.
Virginia comenzó su carrera como periodista, aunque posteriormente escribió tanto novelas como ensayos. Nos ha dejado unas obras de calidad suprema con las que rompió todos los esquemas que se usaban anteriormente en su búsqueda por expresar mejor temas hasta entonces olvidados (como la salud mental), llegando incluso a investigar nuevas figuras literarias.
Contexto
histórico:
Virginia comenzó a escribir La señora Dalloway en Junio de 1923, tan solo 5 años después de que acabara la Primera Guerra Mundial. La Gran Guerra fue un golpe tremendo para la sociedad británica, un momento impactante para el mundo entero. Fuela guerra más mortal hasta ese momento de la historia y desromantizó todos los conceptos que se tenían asociados a la guerra. Los hombres con PTSD (en aquel momento conocido como Shell Shocken Gran Bretaña) se contaban por miles, y obviamente la sociedad se vio afectada de manera muy negativa cuando en vez de los héroes esperados volvieron hombres demacrados que sufrían alucinaciones y convulsiones, llegando al extremo de que algunos no podían siquiera andar derechos. Además, ninguna de las partes involucrada en la guerra ganó realmente nada. De hecho, en el caso específico de Inglaterra, la economía decayó enormemente, debido entre otras cosas a la enorme deuda que generaron cuatro años de intenso conflicto. Todo esto dejó a la sociedad británica traumatizada durante años, provocó una crisis existencial, lo que siempre genera preguntas y transformación. Preguntas grandilocuentes, como el significado de la vida: ¿qué va a pasar con nosotros? ¿Qué va a pasar con Londres, con Inglaterra, con el Imperio? E incluso preguntas más pragmáticas, por ejemplo, ¿cómo actuar con los hombres que tenían Shell Shock? Respecto a este asunto, a pesar de que se reconocía el Shell Shock como una enfermedad, se asociaba a algo físico, y aun así la postura oficial del gobierno de Reino Unido era obviarlo. La situación era tan terrible para los hombres que sufrían Shell Shock en el frente que, si por culpa de un ataque de pánico o ansiedad no cumplían con alguna orden, se enfrentaban a un consejo de guerra, llegando a ser condenados a muerte en no pocos casos. Otra cosa importante a tener en cuenta es que en 1918 se aprobó el voto femenino en Reino Unido, aunque se restringió a las mujeres mayores de 30 años, mientras que la restricción de edad para los hombres eran los 21 años. Se había conseguido también que la gran mayoría de las universidades reconociera los estudios de las mujeres con títulos “equivalentes” a los que se daban a los varones. El papel de la mujer estaba siendo puesto en duda muy fuertemente, y con él, el de los hombres. Por último, es muy importante tener en cuenta que la “modernidad” estaba empezando a verse en el día a día de las personas. Los coches de caballos estaban siendo sustituidos por coches, el cine había sido inventado apenas 20 años antes y estaba llegando a las ciudades más grandes, los aviones empezaban a verse… Muchas de las cosas que a día de hoy nos parecen algo cotidiano en aquel momento aún eran desconocidas para muchas partes del mundo, y sólo en ciudades del calibre de Londres estaban empezando a formar parte de la vida de las personas, pero aún no de forma cotidiana.
Sobre Mrs.Dalloway
He de decir que el estilo de Virginia es muy denso. Mrs Dalloway es un libro increíblemente cargado de crítica y de símbolos, y el lenguaje que utiliza está a la altura de ello. Cada frase está completamente medida y da mucho más de lo que en un simple momento puede parecer. Esto hace que la lectura sea extremadamente interesante, pero también puede hacerse pesada en ciertos momentos. Respecto a los aspectos más técnicos de la novela, cabe destacar que no existe división por capítulos. La forma que tiene Virginia de marcar el ritmo del libro es mediante las campanadas de los relojes que van apareciendo a lo largo del libro. Además, en las versiones inglesas hay doce separaciones, una por cada hora, mostrando de nuevo que la única estructura del libro es el paso del tiempo.
El libro transcurre en un día de verano durante una ola de calor en Londres. Transmitir la sensación de Londres durante esa ola de verano es vital en el libro, pues la ciudad de Londres juega el papel de nexo de unión entre todos los personajes, es un recurso para deshacerse de las diferencias de género, clase e incluso de edad. Al no haber narrador omnisciente que controle todo, sólo los monólogos internos de los personajes, la ciudad juega la parte de ser un ente vivo, en constante movimiento, donde todos los personajes se mueven con ella, se encuentran y esos encuentros nos dan pie a pasar de uno a otro de una manera natural. De nuevo, los mismos relojes que nos marcaban el ritmo del libro también nos dejan ver que Londres es una ciudad en continuo avance, evolucionando a la vez que todas las personas que la habitan. La escritura mediante monólogos internos es un recurso muy interesante que nos enseña una de las diferencias más importantes de la literatura de entreguerras con su predecesora, la literatura eduardiana. Mientras que la primera pone el foco en las perspectivas internas, en la introspección, los recuerdos personales, etcétera, la segunda lo ponía en los detalles externos que rodeaban y afectaban a las personas. Para Virginia esto no era más que dejarse llevar por la superficialidad, sin llegar a ver la profundidad de la psique humana.
Es debido también al uso de monólogos para contar la historia que es tan importante ver la sensación que generan los personajes principales desde fuera, y no quedarnos sólo con sus percepciones. Peter, Richard, Sally, Hugh, etcétera nos ayudan a entender el personaje de Clarissa, nos enseñan las asociaciones que tienen de ella, al igual que los médicos o Rezia nos ayudan a comprender más a Septimus. Además, los encuentros casuales entre los distintos personajes son muy significativos, pues de nuevo nos permiten poner la psique de dos personajes en un mismo momento, para poder ver así las diferencias entre las perspectivas.
Otro recurso que usa Virginia para hacer hincapié en que lo importante es conocer y entender las diferentes perspectivas de los distintos personajes es la trama, o, mejor dicho, la ausencia de ella. El libro nos narra el día de Clarissa Dalloway mientras prepara una fiesta que va a tener lugar en su casa esa misma noche. Como podemos ver, se trata de una situación terriblemente cotidiana, y realmente no hay nada que se salga de lo común. De hecho, la cotidianidad de la situación nos da la oportunidad de conocer gente normal y corriente de la sociedad de ese momento, lo que nos ayuda a entender las realidades de la sociedad en conjunto. Así, Clarissa Dalloway es una mujer de unos 52 años de la clase media alta-inglesa, el estereotipo de mujer culta, callada, recta, la perfecta mujer victoriana. Richard Dalloway, su marido, es un político conservador un poco mayor que ella, de nuevo el perfecto caballero victoriano, mientras que Peter Walsh es un socialista hijo de una familia de terratenientes de la India (en aquel momento colonia de Inglaterra) que no consigue encajar exactamente en la sociedad. Mientras que Clarissa representa la cordura y el sentido de la mesura, Septimus nos enseña la locura. El personaje de Septimus va a jugar el papel de espejo de Clarissa, presentándonos la otra cara de la moneda en muchas situaciones. Es la contraposición a la mesura de Clarissa y de todos los que van a la fiesta. Además, nos muestra la cara más cercana a la Primera Guerra Mundial, pues es un veterano de guerra con Shell Shock que tiene alucinaciones con los horrores vividos. Su mujer, Rezia, es una mujer italiana superada por la situación de su matrimonio. Sally, la amiga de la infancia de Clarissa, nos muestra la faceta más luchadora y empoderada de las mujeres del momento, pues, aunque no es una activista de facto, sí que se negaba a someterse a los roles que se esperaban de ella, al menos no sin plantear preguntas.
El mismo título del libro ya nos deja claro que el tema del feminismo va a jugar un papel central en el mismo. Aunque hay muchos más libros cuyo título es el nombre de la protagonista, la peculiaridad de éste es que lo que encontramos no es el nombre completo, sino simplemente su título de casada, Mrs. Dalloway. En mi opinión una traducción más adecuada al español hubiera sido “la señora de Dalloway”, para representar mejor que no estamos leyendo la historia de una mujer de apellido Dalloway, si no de una mujer que ha pasado a ser Dalloway al casarse, dejando atrás su vida entera. De hecho, el título de Mrs. no es más que una degeneración de Mr.´s, que viene de añadir la partícula » ´s» que indica propiedad al título que se daba a los hombres, Míster, acortado como Mr.; es decir, Mrs no es más que la propiedad del Míster. La misma Clarissa especifica que desde que se casó siente que es invisible al mundo, que ha dejado de ser ella misma para ser una extensión de su marido, llegando hasta el punto de que a veces se dirigen a ella como Mrs. Richard Dalloway, en lugar de por su nombre. Clarissa vive en una constante contradicción interna: por una parte, siente que la única manera de vivir su vida es aceptar y seguir los roles indicados, por otra, realmente no es lo que a ella le haría feliz. Por ejemplo, Clarissa disfruta leyendo y tiene una fuerte opinión respecto a las cosas que conoce, sin embargo, se mantiene siempre en la sombra de su marido, apoyándolo en alguna situación social como mucho. Clarissa envidia y admira a su amiga Sally por su espontaneidad y su felicidad, pero no se permite a sí misma ser así, ella está dominada por el “sentido de la proporción”, la exagerada mesura victoriana. Sally también genera que Clarissa se cuestione su sexualidad, aunque ella habla de que hay dos tipos de pasiones: la que una siente por su marido y la que sólo puede sentirse por otra mujer, siendo esta última la que realmente enciende su fuego interno. Teniendo en cuenta que el libro se escribió en 1923, hablar de que las mujeres pueden tener sexualidad, y más aún mencionar que puede ser algo fuera de lo establecido es tremendamente rompedor.
En su papel de reflejo de Clarissa, Septimus es el personaje masculino que más nos hace cuestionarnos los roles de los hombres. Él mismo habla de la congestión sentimental que tenía, cuando, por ejemplo, no pudo llorar la muerte de su amigo Evans porque tenía que seguir con su deber como hombre en el frente. Nunca manifestó ningún sentimiento relacionado con la guerra, a pesar de los horrores que vivió. De hecho, el haber sido partícipe de un horror tan tremendo le causa una crisis existencial: Septimus se pregunta cuál es el sentido de vivir en un mundo con tanta maldad, no deja de pensar por qué hay semejantes horrores en el mundo, e incluso se plantea si merece la pena traer descendencia a un mundo así. A pesar de eso, trata de mantener la faceta de hombre fuerte, hasta que un día, en medio de una discusión con Rezia, en la que ella le reclamaba que cumpliera su deber como marido y le diera un hijo, explotó, y todo ese torrente de sentimientos que nunca se había molestado en gestionar degeneró en un brote de PTSD. ¿Son entonces tan buenos los valores asociados a la masculinidad si provocan una situación tan extrema como esta? De nuevo, la rigidez de los valores victorianos sale a la luz.
De manera menos extrema, Peter Walsh se cuestiona a sí mismo si la forma de ser de un perfecto caballero tiene algún sentido, y vemos su menosprecio, aunque da la sensación de que es sólo porque él no termina de encajar. Por otro lado, Richard también nos enseña las carencias emocionales a las que se enfrentan los hombres. Hay un momento en el libro en que le lleva flores a Clarissa, y va todo el camino a casa pensando en que la quiere, en que le va a decir que la quiere, porque no se dicen esas cosas lo suficiente. Durante ese camino, parece un hombre tremendamente enamorado que fantasea con todo lo que le va a decir a su amada. Sin embargo, la situación que se genera cuando Richard llega a casa y le da las flores a Clarissa es totalmente distinta de la que él se había imaginado: ni siquiera es capaz de poner palabras a sus sentimientos, probablemente porque nunca hubiera visto a nadie hacerlo antes. No es capaz de decirle a su mujer lo mucho que la quiere, y se queda parado, impotente, esperando que su silencio y las flores sean suficientes para que Clarissa lo entienda. Contener tus sentimientos es algo fundamental para ser un verdadero caballero británico, y eso acaba siendo un precio muy alto a pagar para estas personas, fueran conscientes o no.
No puedo hablar de las mujeres en el libro sin mencionar el papel de las flores y el ático. Las flores son una constante en la obra. De hecho, ésta empieza con Clarissa yendo a comprar flores a Bond Street. Son un símbolo de la feminidad y del cuerpo de la mujer, y teniendo en cuenta que en aquel momento la menopausia se asociaba con la muerte de la esencia de la mujer y que Clarissa es una mujer de 52 años probablemente ya menopáusica, entendemos el porqué de la aparición de las rosas a punto de marchitarse. Relacionado con el mismo tema tenemos el ático en el que Clarissa lleva un tiempo durmiendo sola. Las casas, sobre todo asociadas a personajes femeninos, son una representación de los cuerpos, y en este caso, el ático, que se encontraba desangelado hace referencia al útero de Clarissa, que se encuentra vacío debido a la menopausia. Sin embargo, esto no es lo único interesante relacionado con el ático. En su ensayo feminista “Una habitación propia”, Virginia habla de la necesidad de las mujeres de tener una habitación propia, de tener intimidad para poder crear. Me resultó muy significativo ver cómo Clarissa hace la reflexión de que, a pesar de que el ático es una habitación poco lujosa y gris, es una habitación donde puede retirarse a leer “sobre la retirada de Moscú”, sin tener que dar explicaciones. Vemos como la protagonista del libro valora tener esa habitación propia de la que Virginia hablaría años después.
Respecto al tema feminista hay tantas alusiones que no terminaríamos nunca, pero voy a acabar mencionando una parte que me pareció demasiado acorde con la situación actual. En un momento dado, Sally hace un comentario con el que deja en ridículo a Hugh, quien, para vengarse, violenta a Sally y le da un beso en un momento en que se encuentran a solas. (Tengamos en cuenta que en aquella época eso tenía unas implicaciones de privacidad mucho mayores que ahora). Cuando Sally lo denuncia, la reacción general es tacharla de mentirosa, pues Hugh es un hombre muy respetable, un perfecto caballero que no haría tal cosa. Aún a día de hoy, casi cien años después de que se escribiera este libro, nos encontramos con situaciones demasiado similares, llegando hasta el punto de que, incluso presentando pruebas audiovisuales se pone en duda la palabra de la mujer… El hecho de que injusticias descritas en un libro escrito de hace casi un siglo se repitan de manera sistemática hoy día debería hacer que, como sociedad, nos planteáramos hasta qué punto nos estamos negando a avanzar.
A pesar de que la protagonista del libro es Clarissa, he de decir que el personaje que más me fascinó fue Septimus. Para empezar, el hecho de encontrarme un caso tan claro de Shell Shock en un libro, y que fuera expuesto de una manera tan humana, me pareció muy interesante. Mediante Septimus y todos los personajes que se relacionan con él, Virginia nos enseña la visión que tenía la sociedad de los problemas mentales, que seguramente ella vivió en carne propia. Para empezar, los médicos no trataban a Septimus como un enfermo, si no como una persona fatigada o cansada que quiere llamar la atención, siendo ellos mismos los primeros que no entienden por qué no se levanta de la cama algunos días, y comparando su situación con tener un mal día. Esto genera que Septimus tenga cada vez más desapego hacia la figura de los médicos, pues sólo le hacen sentir peor, llegando al punto en que es esa repudia de Septimus hacia los médicos la que provoca su suicidio para evitar volver a encontrarse con uno de ellos. El mismo Septimus tampoco entiende qué es lo que le pasa, y en los pocos momentos de cordura que presenta se cuestiona por qué no es capaz de darle a su mujer Rezia lo mismo que los demás maridos a sus respectivas mujeres. Por último, Rezia es una persona totalmente confundida que se encuentra dividida: por un lado, hay veces que puede de ver que su marido está pasándolo mal y que no es consciente ni capaz de reaccionar, pero los médicos no hacen más que negar que Septimus tenga una enfermedad, así que también hay momentos en los que Rezia siente que su marido es un egoísta y que reacciona de esa manera sólo porque no la quiere. A través de estos cuatro personajes Virginia no sólo nos presenta la situación actual de los enfermos mentales con respecto a la sociedad, sino que además nos hace una clara valoración de la misma: la situación es tan tremenda y tan sin sentido que genera el malestar de absolutamente todos los involucrados.
Septimus es un personaje que se siente solo, abandonado, alejado de todas las personas que lo rodean. Se siente incluso castrado por la experiencia vivida: él no quiere traer un hijo a un mundo como éste, pero no puede plantearle a su esposa eso, pues estaría negándole el milagro de ser madre y rechazando él mismo una de sus principales tareas como hombre. Sin embargo, Septimus no es un caso aislado. Como he mencionado antes, las personas con PTSD se contaban por miles, el problema es que fueron dados de lado deliberadamente, olvidados y aislados a propósito por la sociedad. El hecho de que en un libro escrito en 1923 Virginia incluyera a un personaje coprotagonista con Shell Shock, y que trate de transmitir de manera tan precisa cómo se sentía, dice mucho de la autora, de la consciencia y también de la valentía y la necesidad de exponer las situaciones que consideraba injustas.
Para Virginia, el poder transmitir de una manera precisa lo que se sentía al tener una enfermedad mental era una parte clave de sus obras. He de decir que lo que he leído en ésta me parece impresionante. Los altibajos de Septimus son tan humanos, tan creíbles… La última escena en la que Septimus por fin se ríe con Rezia y para justo después recibir la visita del médico y suicidarse es simplemente sublime. Realmente entiendes la ansiedad y las dudas que estaba sintiendo Septimus, la necesidad de suicidarse a pesar de que él mismo no quería hacerlo, él quería vivir. Sinceramente creo que es una de las mejores escenas que he leído en mucho tiempo, y desde luego, la escena que mejor representa lo que una persona con una enfermedad mental puede sentir de todas las que he leído.
Ideas como el Imperio, las colonias, la política británica, la religión, la diferencia de clases son fundamentales en la sociedad británica de entre guerras, y es normal que en una obra que trata de que conozcamos la psique de los personajes, temas de esa índole sean tratados, aunque sea de una manera más tangencial. Virginia a veces elige mostrarlos de maneras muy sutiles, como mediante el contraste entre Peter Walsh y Richard, Clarissa y Rezia o la hija de Clarissa y su profesora, pero otras nos los plantea de una manera mucho más accesible mediante soliloquios de personajes en los que ellos se plantean ciertas cuestiones.
Conclusión
En general he disfrutado mucho con la lectura de Mrs. Dalloway. Sin embargo, creo que es un libro muy exigente, tanto por la cantidad de detalles que tiene como por el vocabulario y la manera de escribir de Virgnia. Desde luego, no es un libro para leer cansado, y además creo que exige que el lector tenga conocimientos de base para llegar a comprender lo relevantes que son ciertos temas, como por ejemplo lo rompedor que es meter un personaje como Septimus. Para la gente que tiene la habilidad o la afición de leer entre líneas o de pensar y analizar las cosas que leen, les diría que este es su libro, porque es un libro con dos historias: la historia que te cuenta en sí y la historia que se puede inferir de todos los comentarios y pensamientos de estos personajes sobre su sociedad.
En mi opinión, el punto fuerte de este libro son los personajes. Son personajes con tanta fuerza que aún habiendo terminado el libro siguen contigo. Septimus es una tragedia moderna, una subversión del héroe de guerra clásico; es un personaje tratado con tanta humanidad que da para revivir y pensar su historia una y otra vez. Clarissa, por su parte, es el altavoz de una época entera, de todas las mujeres que se sienten olvidadas, de todas aquellas que se encontraban y se encuentran fuera de lugar esperando anhelantes un cambio.
Christine de Pizan se encuentra estudiando en su casa como tantas otras noches cuando cae en sus manos el Libro de las lamentaciones de Mateolo. A pesar de que en un principio Christine está completamente segura de que todos los argumentos misóginos de ese libro no son más que memeces, tras recordar a otros escritores y filósofos que usan argumentos similares, comienza a plantearse si no es ella la equivocada en su percepción de las mujeres, al ser ella una, y cae en desesperación. Ante esto Razón, Derechura y Justicia se presentan delante de Christine para hacerle ver que no es ella la equivocada, y ayudarla a construir una ciudad donde cualquier mujer que se encuentre con el mismo desespero que Christine pueda refugiarse. Comienza así una larga conversación entre Christine y estas tres damas, en la que rebaten y explican todas las ideas misóginas de la época.
Introducción al libro e influencias
En primer lugar, tengo que mencionar que este libro fue escrito entre finales de 1404 y principios de 1405. A pesar de tener más de 500 años, aún toca temas que son de actualidad y con perspectivas muy progresistas, incluso para la sociedad de hoy día. Sin embargo, no podemos olvidarnos del año en que fue escrito, pues hay otras cosas que, aunque a día de hoy nos parezcan retrógradas, en aquella época fueron una ruptura total con las ideas que se tenían.
El título del libro es una clara referencia al libro escrito por San Agustín “La Ciudad de Dios”, e incluso la idea del mismo está claramente influida por el libro de San Agustín, pues él hace una apología del cristianismo enfrentando una urbe cristiana contra una pagana, usando esa confrontación para explicar puntos teológicos de diversa índole. Sin embargo, la obra de Christine también bebe de los exemplum, obras que comienzan a hacerse populares uno o dos siglos antes que tenían un objetivo moralizante. Vemos entonces como el libro de la Ciudad de las Damas bebe de cientos de años de pensamiento teológico para desmentir las ideas misóginas propagadas por la Iglesia. Christine usa a la mayor autoridad teológica, uno de los cuatro doctores de la Iglesia, para precisamente desmontar los argumentos de obispos o curas, e incluso los del mismo doctor. Es simplemente brillante.
Lo primero que me llamó la atención cuando comencé a leerme el libro fue que casi todas las mujeres que aparecían eran figuras históricas de la Edad Antigua, tanto tardía como temprana y tanto cristiana como pagana. Yo esperaba una colección de mujeres contemporáneas a Christine, descubrir un montón de mujeres desconocidas del Renacimiento. (Bien es cierto que al final del libro Christine dice que no sólo hay extranjeras que merezcan entrar en la ciudad, y menciona a mujeres contemporáneas que están a la misma altura que las que ha mencionado previamente, pero esto no conforma la mayor parte del libro). ¿Por qué, habiendo mujeres contemporáneas que estaban a la altura y que servían igual como ejemplo para desmentir los estereotipos machistas Christine decide recurrir a mujeres tan lejanas en el tiempo? A pesar de que al principio me chocara, entiendo que la repercusión de este libro hubiera sido mucho menor si no hubiera sido así.
Para empezar, demostrar ese conocimiento de la historia, de la mitología griega, romana, de las historias bíblicas… da autoridad a las palabras de Christine. No es una mujer hablando de que sus conocidas son buenas personas, es una erudita presentando decenas de ejemplos de que las ideas establecidas no se soportaban de ninguna manera.
Además, muchas veces obispos y teólogos usaban ejemplos mitológicos o bíblicos para construir argumentos machistas, como puede ser la historia de Judith o de la Gorgona de las que hablaremos un poco más adelante. Recurrir, entonces, a estas fuentes es lo lógico, pues igual que cuando decide hacer un símil con la obra de San Agustín, Christine de nuevo es capaz de coger las mismas armas que están usándose en contra de las mujeres y desarmarlos completamente.
También hay que tener en cuenta que estamos en el Renacimiento, con lo cual todo lo relacionado con Roma y sus leyendas está teniendo un auge importante. Recurriendo además a mujeres lejanas en el tiempo, Christine está usando figuras cuyo valor está reconocido a lo largo de la historia (ya hablemos de buenas gobernantes, guerreras o eruditas), evitando así que haya ningún tipo de conflicto de intereses con los ejemplos que usa para desmentir sus argumentos. Además, también muestra así que las mujeres llevan sometidas a las mismas presiones desde tiempos inmemoriales y que no es cuestión de su religión, de su actitud…
Por último, Christine es capaz de dar la vuelta a ciertas leyendas que apoyan la idea de la maldad de las mujeres, reinterpretar las historias para dar así también a ver que la interpretación misógina de las mismas no es la única que cabe. El valor de Christine como historiadora interpretando, analizando y reinterpretando mitos e historias es incalculable, y de nuevo lo pone todo a la defensa de sus ideales, creando un libro que más de 500 años después y después de varios cambios de paradigmas sigue teniendo valor.
Algunos temas tratados
No voy a profundizar en todos los temas que trata Christine en el libro, solo en los que me parecen más relevantes del mismo, aunque sí que los voy a mencionar brevemente sólo para poder hacernos una idea de todo lo que podemos encontrar en el libro.
El libro está dividido en tres partes, las tres conversaciones con Razón, Derechura y Justicia. Christine personifica a la razón en una mujer como una alegoría inicial para romper la idea de que las mujeres son seres puramente emocionales que no son capaces de pensar con lógica, de usar la razón. Esto, ya nos indica que va a ser ella la responsable de poner los cimientos de la ciudad, es decir de romper las ideas iniciales que se tienen sobre las mujeres, sobre su inferioridad con respecto a los hombres. En la conversación con Razón, hablan de por qué los hombres tienen ese empeño en difamar a las mujeres como colectivo, comentando ciertas obras escritas que hablan expresamente de las mujeres, de la malicia de las mismas o incluso del mal funcionamiento del cuerpo femenino. En esta parte, Razón hace énfasis en que el empeño de los hombres en mantener alejadas a las mujeres de estas obras es un ejemplo de que sus argumentos no se sostienen, pues cualquiera que las lea y conozca el cuerpo o la mente femenina se daría cuenta de lo absurdo de las mismas.
Además, en esta primera parte Christine pone bajo mira la concepción de las habilidades que se consideran ajenas a las mujeres como la inteligencia, la valentía, la fuerza, la capacidad de liderazgo, la capacidad de inventar… Y llena el libro de ejemplos de mujeres que rebosan cada una de estas características. De nuevo, aquí me llamó la atención que los ejemplos de grandes gobernantes que pone son, en su mayoría, de civilizaciones del Oriente Próximo y de reinas francas merovingias. Quizás sea porque las civilizaciones preislámicas de esa zona eran matriarcales. Los francos merovingios no se organizaban en una sociedad matriarcal, sin embargo, al carecer de un cuerpo legislativo muy desarrollado, era común que la influencia personal tuviera más poder que el que otorgaba un título. Esto dejó un resquicio de poder al alcance de mujeres inteligentes y ambiciosas que habían nacido en la familia correcta; podemos ver ejemplos de esto en la importancia de la figura de la reina madre, que era una figura respetada y que llegó a dictar la política en tiempos de incertidumbre y de reyes débiles.
Hay una de las discusiones con Razón que me encantó y me parece muy significativa del tono del libro. Christine le dice a Razón que si tiene algún tipo de sentido el dicho que hay de que “las mujeres solo sirven para hablar, llorar y tejer”. Contra todo pronóstico, la respuesta de Razón es que ese dicho es completamente cierto, pero también expone que esas no son cualidades de las que avergonzarse, sino al contrario. Razón expone varios ejemplos (en este caso sí que son casi todos bíblicos) en los que una mujer por hablar o por su llanto ha conseguido el favor y los halagos de Jesucristo (como la buena Samaritana, Magdalena, las hermanas de Lázaro…) por encima de los hombres. Christine elige de esta manera ensalzar las características femeninas en lugar de rechazarlas.
La segunda parte el libro es una conversación con Derechura. Al contrario que Razón, Derechura es una figura retórica creada por Christine (Droiture en francés). Christine podría haber usado la rectitud en su lugar, pero rectitud tiene también un significado asociado a la rigidez religiosa, cosa que Christine quería evitar. Derechura hace referencia tanto a las líneas rectas de los edificios que conforman la ciudad construida en esta analogía como a la rectitud judicial, al acierto y la constancia. En la conversación con Derechura tratan las cualidades de las mujeres que serán admitidas en la ciudad: el amor filial, maternal y conyugal, la constancia, la castidad y la fidelidad entre otras. Hace también una defensa de la figura del matrimonio, y es en este momento cuando dice que ella tuvo un matrimonio lleno de amor y de respeto, aunque es consciente de que es una afortunada por ello. De nuevo, haciendo esta defensa del matrimonio y de esas cualidades, Christine vuelve a elegir ensalzar las cualidades femeninas. A pesar de que siempre pone ejemplos de mujeres (y hombres cuando es el caso) que se salen de los estereotipos, Christine decide reconocer a las mujeres como un colectivo que tiene cualidades comunes y diferenciadoras de los hombres y elige hacer una apología de esas cualidades. Tenemos que pensar que, si aún hoy día los hombres no lloran, en 1405 plantear que las cualidades asociadas a las mujeres eran un constructo social se salía completamente de todos los esquemas.
Además, en esta parte Christine habla de temas como los malos tratos y la violación. Al defender la figura del matrimonio, Christine habla de las mujeres que tienen que sufrir violencia a diario por parte de sus maridos, y aunque nos parezca una locura, elogia a las mujeres que a pesar de ello continúan ejerciendo su papel de mujer y madre dentro de la unidad familiar, dejando de un lado las penas y dejando que sea su amor maternal, conyugal y su piedad las que tome las riendas de su vida. Aunque a día de hoy esto nos parezca una locura (no hace falta decir que si alguien se encuentra en esta situación lo mejor es pedir ayuda y salir de ese ambiente lo más rápido posible), de nuevo esto es una ruptura con todas las ideas que se tenían hasta el momento. En primer lugar, Christine da voz a esa realidad, y además de nuevo presenta que las mujeres, a pesar de vivir esa situación tan horrible, son lo suficientemente constantes y tienen tanto amor que eligen preservar el matrimonio, que no es menos que una de las figuras religiosas más sagradas.
Respecto a la violación, las ideas que se presentan podrían formar parte de un libro actual. En primer lugar, desmitifica la idea de que a las mujeres les gusta ser violadas, poniendo ejemplos de mujeres que acabaron con su vida después de ser violadas. Un ejemplo destacable en esto es el de la violación de Lucrecia que generó la caída de la monarquía romana y el comienzo de la República. Este ejemplo también le sirve a Christine para poner de manifiesto que las vestimentas o la actitud misma no tienen nada que ver con las violaciones, pues en el momento en que Tarquinio conoce a Lucrecia, ésta se hallaba tejiendo junto con sus esclavas, vestida de manera recatada y sin siquiera percatarse de la presencia de Tarquinio. Esto último no está sólo dirigido a los hombres, si no también a las mujeres que creen que si mantienen la actitud que se dice adecuada van a estar exentas de vejaciones por parte de los hombres.
Respecto a la forma de vestir de las mujeres, Christine dice que no se debe juzgar a una mujer por desear sentirse bella, y pone como ejemplo al apóstol Bartolomeo, que gustaba de ir vestido de seda, pues él simplemente estaba acostumbrado a ello, sin que eso anulara todo lo que hizo siguiendo la palabra de Jesucristo. Este punto en particular me parece extremadamente interesante y aplicable a la sociedad actual, donde los «carnets de feminista» se reparten o se retiran teniendo en cuenta cuestiones como si una mujer se depila o se maquilla.
Antes de pasar a la tercera parte del libro tengo que hablar de las reinterpretaciones de historias bíblicas o mitológicas que hace Christine. Aunque no son las únicas, voy a mencionar las dos que me parecieron más brillantes: La historia de Judit y la de la Gorgona, ambas figuras que se usaban para recalcar la maldad de las mujeres y el peligro que suponían las mujeres bellas.
Así, la leyenda dice que con el objetivo de parar el asedio a Betulia, su ciudad, Judit, una mujer judía de extrema belleza, consigue seducir a Holofernes (líder del ejército que asediaba la ciudad) y emborracharlo, cortándole la cabeza en cuanto éste está incapacitado por la bebida. No hace falta explicar cómo este hecho se usaba para advertir a los hombres de los peligros de las mujeres bellas. Sin embargo, Christine se concentra en la valentía de Judit al arriesgarse a ir al campamento enemigo y seducir a Holofernes y en la astucia de la misma. Además, recalca como Dios estaba de parte de Judit, pues su plan surtió efecto, salvando así al pueblo elegido de ser masacrado durante el asedio. Así, Christine presenta a Judit como una heroína del pueblo judío, y no como una perversa mujer seductora. Respecto a la Gorgona, figura que se usaba para poner alerta a los hombres contra las armas de seducción de las mujeres, Christine explica que el origen de esa leyenda es una mujer con una mirada tan profunda que dejaba sin aliento a quien la miraba, lo que debido a la envidia degeneró en la leyenda de que convertía de piedra a la gente.
En la tercera parte del libro, Justicia enseña a Christine quienes van a ser la gobernante y las moradoras de las más altas torres de la Ciudad, que no son otras que la Virgen María y todas las Santas. No es de extrañar que sea Justicia la encargada de hablar de esto, pues la justicia era un término profundamente ligado a la religión. Terminando el libro así, Christine manda un último mensaje a la Iglesia, pues les expone figuras a las que la misma Iglesia trata con devoción.
Por último,me parece muy interesante mencionar que durante todo el libro, Christine hace monólogos en los que exige a los hombres ingratos que se callen y dejen de difamar a las mujeres donde se puede ver el hastío y la desazón de Christina.:
“[…] ¡Que callen ya! ¡Que se callen para siempre esos clérigos que hablan mal de las mujeres, esos autores que las desprecian en sus libros y tratados, y que se mueran de vergüenza todos sus aliados y cómplices por lo que se han atrevido a decir, al ver como la verdad contradice lo que sostienen! […]”
En estos monólogos siempre se mencionan a los clérigos u obispos, dando a ver que para Christina son figuras que representan la cabeza de la opresión hacia las mujeres.
Para terminar
Para terminar este blog, quisiera dejar aquí partes del último monólogo que hace Christine al final del libro:
“Honorables damas, alabado sea Dios porque queda terminada la construcción de nuestra Ciudad que os acogerá a todas. Vosotras que os preciáis de virtud, dignidad y fama, seréis bien acogida en una Ciudad levantada y edificada para todas las mujeres de mérito, las de ayer, hoy y mañana. Queridas hermanas, es natural que el corazón se alegre cuando ha rechazado la agresión venciendo a sus enemigos. De ahora en adelante, queridas amigas tendréis motivos de alegría al contemplar la perfección de esta Ciudad nueva, que si la cuidáis, será para todas vosotras, mujeres de calidad, no sólo un refugio sino un baluarte para defenderos de los ataques de vuestros enemigos. Como veis, ha sido construida con virtudes, materiales tan brillantes que podéis veros reflejadas en sus resplandecientes edificios, sobre todo en sus santos techos y doradas cúpulas -es decir, la última parte del libro, pero no hay que despreciar las otras partes. […]”
Quiero acabar el post dando gracias a Christine de Pizan por lo que comenzó, que aún hoy sigue sin estar terminado, y a Víctor por todas las conversaciones que poco a poco ayudan a que mi pequeña ciudad se vaya haciendo una realidad.
En este post voy a hablar de la figura de Christine de Pizan, considerada precursora del feminismo. No voy a analizar, sin embargo, su obra, a pesar del interés de la misma, pues la idea con este post es solo introducir a esta gran mujer, así como asentar las bases para que las futuras inmersiones en sus escritos sean más entendibles y accesibles.
¿Quién era Christine de Pizan?
Nacida en Venecia en 1364, Christine y su familia se mudaron a París cuando ella tenía solo 3 años, pues su padre Thomas de Pizzano había sido contratado como médico, consejero y astrólogo en la corte de Carlos V, lo que permitió a Christine el acceso a la biblioteca de la corte, así como tener contacto con algunos de los humanistas más destacados de la época. Su padre se encargó personalmente de darle una educación tanto en ciencias como en letras, aunque no pudo llegar tan a fondo como él mismo hubiera deseado, debido a la oposición de la madre de Christine a que recibiera una educación alejada de la propia de las mujeres. A los 15 años se casó y tuvo un matrimonio que ella misma describe en su obra como muy feliz. Sin embargo, no duró mucho, pues 10 años después enviudó. La muerte de su marido y de su padre dejó a Christine siendo el único sustento de su familia (su madre, sus 3 hijos y una sobrina), hecho que marcó su vida, pues tuvo que enfrentarse con el rechazo social al intentar ganar un sustento como escritora. Sin embargo, consiguió convertirse en la primera escritora profesional de la que se tiene constancia, llegando a ser el primer cronista (hombre o mujer) de la corte de Carlos VI, rey de Francia, lo que finalmente le consiguió el respeto de la comunidad de escritores.
Su participación en la Querella de las mujeres
Hacia 1401 tuvo lugar el primer debate literario de Francia, que trató sobre el Roman de la Rose y duró 2 años. En este debate participaron los personajes más prestigiosos de Francia, entre ellos Christine. A pesar de que en un principio el debate trataba sobre los méritos del escritor del Roman de la Rose, finalmente se centró en debatir los estereotipos misóginos que había en él y sobre la dignidad del colectivo de las mujeres. Uno de los puntos de inflexión en la historia de las mujeres fue que Christine decidió hacer copia de todos los argumentos que se estaban dando y enviarlos a, entre otras personas, Isabeau de Baviera y al obispo de París, provocando con ese gesto que tanto el poder político como eclesiástico fijaran su mirada en el tema de la dignidad de las mujeres por primera vez en la historia. Puede parecer un gesto que caería en saco roto, pero nada más lejos de la realidad: Por primera vez en la historia, lo que parecía un debate particular, una conversación más entre intelectuales, pasó a ser un tema público, conocido como la Querella de la Rosa. La dignidad de las mujeres fue puesta en el punto de mira de la sociedad ( la alta sociedad), y se planteó que un debate sobre estereotipos literarios iba mucho más lejos que eso y trataba sobre un colectivo oprimido y que, como bien Christina señala repetidas veces, ni siquiera tiene la capacidad de defenderse públicamente, pues el acceso a las letras estaba completamente vetado a las mujeres. Christine es la primera que habla desde una perspectiva de género, de que las mujeres se enfrentaban día a día a la hostilidad de los hombres en casi todos los ámbitos, y, además, lo hace apelando a su autoridad como mujer en un mundo dominado por hombres:
Y que no se me reproche como locura, arrogancia o presunción el haberme atrevido, yo, una mujer a reprehender y criticar a un autor tan sutil y a regatear elogios a su obra, cuando él, un hombre sólo, se atrevió a difamar y censurar a todo el sexo femenino sin excepción.
Aunque obviamente había intelectuales (hombres) que defendían que las mujeres no eran un colectivo maligno antes de que Christine apareciera, nunca se planteó que fuera una idea que debiera interesar a nivel social, político y muchísimo menos religioso. Fue Christine quién dio ese primer paso, y además defendió su causa con tal elocuencia, vehemencia e inteligencia que generó un debate que duró más de dos siglos alrededor de la figura de las mujeres, la Querella de las mujeres, en el que ella misma participó y aportó una obra clave al mismo, la Ciudad de las Damas. En este debate, intelectuales de todo el mundo enfrentaron opiniones a favor y en contra del status social que tenían las mujeres así como de su capacidad intelectual. Aunque no sólo se habló de ellas, si no también de los hombres, y de temas tan diversos como puede ser el matrimonio, el adulterio, la castidad, el trabajo, la sexualidad y el celibato, la violencia, las leyes… llegando hasta a tratar temas teológicos, como Dios, el cielo y el infierno. El legado de Christine de Pizan constituye la primera piedra en el edificio del feminismo, pues la mayoría de intelectuales que comenzaron a hablar de feminismo habían bebido de las ideas que se expusieron en la Querella.
El rosa es de niñas. Y eso es una realidad. Aunque no sea más que una asignación fortuita que se ha hecho en una cultura muy concreta y en una época muy concreta. Sin embargo, no es la única asociación que tenemos asociada al género de una persona, pues en nuestra cultura se han creado roles ligados a lo masculino y lo femenino: los ya tan famosos roles de género, que, por si alguien sigue en la cueva con Platón, no son más que un conjunto de normas sociales vinculadas a lo que se entiende por hombre y mujer. Asociar el color rosa con las niñas y el azul con los niños es una ínfima muestra de lo que son los roles de género, pero día a día vemos pruebas de los mismos en comportamientos mucho más relevantes, como aquello de los niños no lloran, las mujeres cuanto más calladas más guapas, los niños son más desastres, las niñas son más tranquilas , … Esto llega hasta tal punto que incluso hay carreras asociadas a hombres (como pueden ser las carreras STEM, Sciences Tecnologies Engineering and Mathematics)y otras asociadas a las mujeres (como magisterio o enfermería). No obstante, estas concepciones no son tan fortuitas como lo del rosa y el azul, ya que, por ejemplo, se asocia que las mujeres van a ser mejores como maestras o enfermeras porque es una carrera íntimamente ligada con el rol de cuidadoras, que se nos ha asignado porque somos las que tenemos la capacidad de dar vida. Quizás porque la capacidad de dar vida es una cualidad innata de las mujeres, el rol de cuidadoras nos ha sido asignado en la mayoría de las culturas, lo cual hace más difícil percatarse del trasfondo cultural del mismo. Sin embargo, respecto a las carreras STEM ocurre una cosa muy curiosa, mientras que en las culturas occidentales siempre hay menos mujeres que hombres, en las culturas árabes ocurre todo lo contrario, y la explicación es muy interesante: en la cultura occidental esas carreras dan un poco de respeto y se consideran para genios, y claramente ser un genio es más cosa de hombres que de mujeres, pero en la cultura árabe son carreras que no dan miedo y donde se sabe que la perseverancia paga al final, con lo cual no se excluye a las mujeres de manera tan tajante. No es casualidad que la única medalla Field ganada por una mujer la ganara una iraní, ya que en Irán más del 70% de los estudiantes de STEM son mujeres. (Por cierto, Maryam también es la única persona iraní que ha ganado ese premio).
Lo maravilloso es que nos estamos dando cuenta de que todo esto son construcciones sociales, y estamos intentando cambiarlo. Cada vez veo más campañas enfocadas a hacer más atractivas las carreras STEM a las niñas. Sin embargo, veo muy pocas campañas, por no decir ninguna, enfocadas a que los niños se metan en enfermería. Seguimos teniendo una asociación indirecta a que los roles masculinos son los exitosos y los femeninos no, y por eso, elegir quedarte en casa para cuidar de tus hijos en lugar de continuar con tu carrera se considera un fracaso, a pesar de ser una elección maravillosa, siempre y cuando sea una verdadera elección libre. En este punto nos encontramos con varios problemas:
A día de hoy estas elecciones están muy condicionadas por los roles de género, y son esas asociaciones las que hay que romper.
Nadie es ajeno a los roles de género, hemos crecido con ellos.
Ninguna elección es mala, siempre y cuando sea una elección.
El problema no es que una mujer elija no dedicarse a STEM, sino que lo haya hecho porque nunca se ha sentido segura en esos campos ya que son cosa de hombres, ni que un hombre decida meterse a medicina en lugar de a enfermería, sino que lo haga porque si no lo van a considerar un fracasado, pues enfermería es de mujeres. Llegados a este punto, hay que hacer una puntualización primordial: en estas asociaciones las mujeres hemos salido perdiendo, por mucho, lo que ha generado un mayor rechazo hacia lo ligado al género femenino, porque, a pesar de que ir de rosa sea inocuo, hay otras muchas concepciones ligadas a ser mujer que son malas, como por ejemplo ser débil (pegas como una niña, lloras como una niña…). Son estas otras asociaciones las que provocan que a cierta edad muchas niñas pasen de decir que su color favorito es el rosa a decir que lo odian, fenómeno que no he visto con niños y el azul. Si queremos llegar a un punto en que los roles de género no sean más que algo que se estudie en los libros de historia, tenemos que deconstruir nuestros comportamientos, y el primer paso es aceptar que estas asignaciones existen. Tenemos que saber ver qué es lo malo de cada cosa, qué es lo bueno, y qué es lo irrelevante, y ser conscientes de que el problema no es seguir lo que a día de hoy está asociado a tu género, sino tener que hacerlo porque no tienes otra alternativa.