O de cómo una mujer pudo cambiar el rumbo de la sociedad
En este post voy a hablar de la figura de Christine de Pizan, considerada precursora del feminismo. No voy a analizar, sin embargo, su obra, a pesar del interés de la misma, pues la idea con este post es solo introducir a esta gran mujer, así como asentar las bases para que las futuras inmersiones en sus escritos sean más entendibles y accesibles.
¿Quién era Christine de Pizan?
Nacida en Venecia en 1364, Christine y su familia se mudaron a París cuando ella tenía solo 3 años, pues su padre Thomas de Pizzano había sido contratado como médico, consejero y astrólogo en la corte de Carlos V, lo que permitió a Christine el acceso a la biblioteca de la corte, así como tener contacto con algunos de los humanistas más destacados de la época. Su padre se encargó personalmente de darle una educación tanto en ciencias como en letras, aunque no pudo llegar tan a fondo como él mismo hubiera deseado, debido a la oposición de la madre de Christine a que recibiera una educación alejada de la propia de las mujeres. A los 15 años se casó y tuvo un matrimonio que ella misma describe en su obra como muy feliz. Sin embargo, no duró mucho, pues 10 años después enviudó. La muerte de su marido y de su padre dejó a Christine siendo el único sustento de su familia (su madre, sus 3 hijos y una sobrina), hecho que marcó su vida, pues tuvo que enfrentarse con el rechazo social al intentar ganar un sustento como escritora. Sin embargo, consiguió convertirse en la primera escritora profesional de la que se tiene constancia, llegando a ser el primer cronista (hombre o mujer) de la corte de Carlos VI, rey de Francia, lo que finalmente le consiguió el respeto de la comunidad de escritores.
Su participación en la Querella de las mujeres
Hacia 1401 tuvo lugar el primer debate literario de Francia, que trató sobre el Roman de la Rose y duró 2 años. En este debate participaron los personajes más prestigiosos de Francia, entre ellos Christine. A pesar de que en un principio el debate trataba sobre los méritos del escritor del Roman de la Rose, finalmente se centró en debatir los estereotipos misóginos que había en él y sobre la dignidad del colectivo de las mujeres. Uno de los puntos de inflexión en la historia de las mujeres fue que Christine decidió hacer copia de todos los argumentos que se estaban dando y enviarlos a, entre otras personas, Isabeau de Baviera y al obispo de París, provocando con ese gesto que tanto el poder político como eclesiástico fijaran su mirada en el tema de la dignidad de las mujeres por primera vez en la historia. Puede parecer un gesto que caería en saco roto, pero nada más lejos de la realidad: Por primera vez en la historia, lo que parecía un debate particular, una conversación más entre intelectuales, pasó a ser un tema público, conocido como la Querella de la Rosa. La dignidad de las mujeres fue puesta en el punto de mira de la sociedad ( la alta sociedad), y se planteó que un debate sobre estereotipos literarios iba mucho más lejos que eso y trataba sobre un colectivo oprimido y que, como bien Christina señala repetidas veces, ni siquiera tiene la capacidad de defenderse públicamente, pues el acceso a las letras estaba completamente vetado a las mujeres. Christine es la primera que habla desde una perspectiva de género, de que las mujeres se enfrentaban día a día a la hostilidad de los hombres en casi todos los ámbitos, y, además, lo hace apelando a su autoridad como mujer en un mundo dominado por hombres:
Y que no se me reproche como locura, arrogancia o presunción el haberme atrevido, yo, una mujer a reprehender y criticar a un autor tan sutil y a regatear elogios a su obra, cuando él, un hombre sólo, se atrevió a difamar y censurar a todo el sexo femenino sin excepción.
Aunque obviamente había intelectuales (hombres) que defendían que las mujeres no eran un colectivo maligno antes de que Christine apareciera, nunca se planteó que fuera una idea que debiera interesar a nivel social, político y muchísimo menos religioso. Fue Christine quién dio ese primer paso, y además defendió su causa con tal elocuencia, vehemencia e inteligencia que generó un debate que duró más de dos siglos alrededor de la figura de las mujeres, la Querella de las mujeres, en el que ella misma participó y aportó una obra clave al mismo, la Ciudad de las Damas. En este debate, intelectuales de todo el mundo enfrentaron opiniones a favor y en contra del status social que tenían las mujeres así como de su capacidad intelectual. Aunque no sólo se habló de ellas, si no también de los hombres, y de temas tan diversos como puede ser el matrimonio, el adulterio, la castidad, el trabajo, la sexualidad y el celibato, la violencia, las leyes… llegando hasta a tratar temas teológicos, como Dios, el cielo y el infierno. El legado de Christine de Pizan constituye la primera piedra en el edificio del feminismo, pues la mayoría de intelectuales que comenzaron a hablar de feminismo habían bebido de las ideas que se expusieron en la Querella.

2 comentarios sobre “La rosa que creció sobre los cardos”